Nº 50: El uniforme de la amistad

por José Ignacio Martín
Un uniforme es mucho más que una indumentaria externa; más bien diría que quien lo lleva se identifica con aquello que es o que representa: desde la cajera del supermercado, pasando por el cartero, el policía, el militar, el bombero; también el uniforme del colegio, o del equipo del fútbol, o mi selección nacional y tantos otros ejemplos que podríamos citar. De esta misma manera podríamos decir que el uniforme de la amistad es más que un porte externo: comporta características interiores por ser un amigo y por lo que representa: se identifica con aquella persona en la que confío; es alguien a quien aprecio por algo más que una simple compañía cuando vamos todos juntos, pues me siento unido a él ya que comparte lo mismo que yo. Las características del uniforme de la amistad podrían ser infinitas, permíteme subrayar tres, que me parecen más llamativas: la talla, el color y el escudo (la marca).
1. La talla del uniforme de la amistad Mi uniforme debe tener una talla, es decir, un tamaño que lo mantenga unido al cuerpo. Si está muy ajustado, incomodará tanto o más como si es demasiado grande. ¿Cuál es la talla de mi amistad? Interesante reflexionar sobre el tamaño.
No necesito amistades demasiado grandes porque se caerán con facilidad; ni amigos demasiado pequeños porque estrangularán mi cuello o mi cintura. Los primeros son los amigos que salen corriendo ante las dificultades. Los segundos son los que te presionan demasiado para conseguir sus propios intereses y conveniencias. Se rompen ante cualquier movimiento de exigencia. Mide la talla de tus amigos; o, si eres amigo de alguien, habrás experimentado lo esencial que es tener que adaptarse a las necesidades de tu amigo, para no ser ni demasiado condescendiente ni demasiado exigente, sino más bien saber respetar la libertad y los sentimientos ajenos. 2. El color del uniforme de la amistad Mi uniforme tiene también unos colores específicos. Y estos colores dicen más que una simple tonalidad pictórica. Hablan de un espíritu, de un sentido trascendente y de una capacidad de atracción, pues me gustan. En la amistad sucede de forma similar. ¿Cuál es el color de la amistad? Te propongo que sea el color de la alegría. Sí, es un color extraño, pero tendrás que reconocer que un amigo de verdad, si sonríe y si tiene un verdadero espíritu con el que deseas identificarte, resultará más fácil compartir muchas vivencias e inquietudes. Un amigo lleva algo especial dentro que hace que te sientas cómodo, cercano, cálidamente acogido en los momentos difíciles o embargados por el miedo. La felicidad que buscas te inspira confianza siempre. Si sonríes a la vida, a la felicidad; si, por encima de que sea un color de moda, buscas un color que te haga feliz, estaremos ante un buen amigo. A mí me gusta mucho este color. Cuando veo a una persona alegre, me contagia, me hace vivir feliz. Puedo decir que soy feliz porque tengo muchos amigos felices, verdaderamente felices. Me encanta este color. Ojalá que tú también lo puedas disfrutar. 3. Escudo (marca) del uniforme de la amistad No basta contar con un adecuado tamaño o un determinado color, pues los tonos podrían llegar a confundirse con uniformes distintos. Por el contrario, introduciendo un tercer elemento en nuestro uniforme, lograremos personalizarlo del todo. Lo lograremos con el escudo o la marca que representa: una nación, un equipo, un colegio o una universidad, el logotipo de un producto que destaca en el mercado, etc. Y seguramente ya habrás adivinado que la marca y el escudo de la amistad llevan grabado un corazón. Es el amor. Cuando hay un amigo cerca, ves su corazón, lo amas de verdad, buscas lo mejor para él. Lo aceptas y lo quieres como es. Significa todo para tí, aunque no sepas cómo explicarlo. Cada conversación, cada saludo, cada abrazo, cada palabra o consejo que recibes o das a un buen amigo, deja una huella imborrable en tu alma. No puedes vivir sin él. No podemos renunciar a este escudo tan particular. Es triste constatar la traición de un amigo; es como si te arrancaran el corazón, -esto es, el escudo-, y entonces ya se identifica con cualquier cosa menos con la amistad. Pero al mismo tiempo, resulta confortante contemplar la fidelidad heroica de un corazón amigo, fiel siempre, siempre presente, sobre todo en las tormentas. Así pues, viendo la talla de tu corazón, el color de tu sonrisa y el escudo de tu fidelidad al amor, descubro que eres mi amigo de verdad. ¡Gracias por ser mi amigo!

Nº 49: Mayordomo

por el Padre Raúl Hasbun
(Chile)
Es el servidor principal a cargo del gobierno doméstico. Se encarna clásicamente en el “Perkins” británico : hombre de absoluta confianza de Milord y Milady, caracterizado por su férrea lealtad, impenetrable mutismo sobre lo visto y oído e impecable corrección en el vestir y hablar. Esta posición privilegiada en cuanto a información y autoridad suele convertirlo en el primer sospechoso de crímenes, abusos y filtraciones tanto en el mundo novelesco como en el real.
El atractivo fatal del dinero, la fama y el poder tienta a mayordomos insignes a violar la confidencialidad y vender sus secretos. Los publica como “Memorias” o se los entrega a un reportero, en una suerte de prostitución de la conciencia moral. El que compra y el que lee presumen de derecho que lo allí revelado es verdadero y fidedigno. Y el violador de la propia conciencia queda elevado a la categoría de un combatiente y testigo de la verdad, a quien se debe público reconocimiento por su coraje desmitificador. Si quienes lo distinguieron por años con su confianza intentan desmentir sus dichos o acogerse a un digno, elocuente silencio cobrará fuerza una segunda presunción: los dueños de casa están atrapados sin salida.
En los relatos evangélicos. Jesús hace un elogio del mayordomo bueno y fiel, a quien su señor deja a cargo de la casa y de la servidumbre, para que entregue a cada quien su ración y salario, tome providencias contra el ladrón y esté siempre preparado, las luces encendidas, en espera de que su amo retorne. También esboza la imagen contraria, del irresponsable que en ausencia de su señor maltrata a los criados inferiores, celebra orgías y descuida sus deberes, hasta que el dueño de casa retorna en el día y hora menos pensados. Entonces el castigo será proporcional a su irresponsabilidad, imprevisión y traición: se le recluirá “al lugar de los hipócritas” ( Mateo 24,51).
Cuando Cristo mismo juzgó cercana su partida, decidió dejar un mayordomo a cargo de su casa: la Iglesia. Y eligió a Pedro. A él le entregó las llaves, símbolo de autoridad doméstica. Y con las llaves, una suerte de poder en blanco : “lo que tú ates, lo que tú desates en la tierra, atado y desatado quedará en el cielo”(Mateo 16,19). Este mayordomo de la casa de Cristo comenzó de la peor manera. Intentó disuadir a su señor de encaminarse a la cruz ( le valió ser reprochado con un “Vade retro, Satanás!”). Dudó de su palabra al caminar sobre el lago. Renegó tres veces, con juramento, siquiera conocerlo. Creyó locas a las mujeres que lo vieron resucitado. Ninguno de estos desvaríos, incoherencias y traiciones quedó encubierto : los evangelistas, contemporáneos del mayordomo, los consignaron por escrito. Y Cristo lo confirmó en su cargo. Este mayordomo es piedra de Roca. Mentira e hipocresía no prevalecerán contra su casa.

Nº 48: Falsa noticia de persecución religiosa

por María Martínez Fuente: Alfa y Omega
Internet se ha convertido en una preciosa fuente de información, pero también en un amplificador de rumores y noticias falsas. El superior provincial de los franciscanos en la India ha desmentido el supuesto ataque de extremistas budistas a comunidades cristianas, que lleva meses circulando por Internet. Precisamente porque, de hecho, en la India existe un serio problema de falta de libertad religiosa, es importante evitar las noticias falsas, que dejan aún más desprotegidos a quienes de verdad sufren persecución. Según un aviso que lleva meses circulando por Internet, un grupo de budistas extremistas de la provincia india de Olisabang había amenazado con matar a 200 misioneros durante las siguientes 24 horas, después de haber prendido fuego, previamente, a 20 iglesias. El correo electrónico viene firmado por un provincial superior franciscano. Sin embargo, la noticia «es completamente falsa: ningún budista ha atacado nunca a una comunidad católica en la India», ha afirmado fray Babu Jose Pamplany, superior de la Provincia Franciscana de Santo Tomás Apóstol, en la India. «A mí también me llegó una información similar por correo electrónico -explicó fray Pamplany en declaraciones a la agencia católica AsiaNews-. Pero puedo confirmar que es un engaño. En primer lugar, no existe la provincia de Olisabang en la India. Luego, el mensaje nombra a un supuesto provincial que no soy yo. Quiero aclararlo, porque en nuestro país los cristianos siempre hemos tenido unas relaciones excelentes con los budistas. Es injusto que se los pinte de esa manera». Es fácil comprender la rapidez con la que se ha extendido la falsa noticia. Los cristianos en la India han sido víctimas, durante los últimos años, de una dura persecución por parte de fundamentalistas hindúes, sobre todo en el estado de Orissa. La persecución en este lugar comenzó en 2004 y se recrudeció en la Nochebuena de 2007. En estos cuatro años, han muerto asesinados 97 católicos, han quemado 6.000 casas y han destrozado 300 iglesias; 56.000 cristianos han tenido que huir de sus casas; 20.000 personas han tenido que sobrevivir en los bosques, de los cuales 10.000 aún no han podido volver a su hogar, bajo amenaza de muerte. Con datos así, y la persecución desatada en otros países como Pakistán o Iraq, la sensibilización hacia el sufrimiento de los cristianos perseguidos es, con motivo, cada vez mayor. Sin embargo, el desmentido de fran Pamplany subraya la necesidad de, en todo momento, ser cautos a la hora de recibir y difundir estas noticias, y de contrastarlas con fuentes fiables. La expansión de bulos de este tipo, que se repiten durante meses, puede desensibilizar tanto a los cristianos como a la comunidad internacional; de forma que, cuando lleguen las verdaderas persecuciones, la respuesta sea insuficiente. Flaco favor se les estaría haciendo entonces a estos hermanos.

Nº 47: La Vía humana. Un lugar para vivir

La Vía humana. Un lugar para vivir. por Patricia Aubert de Asurmendi.
Lic. en Cs. Políticas
El déficit habitacional es desmesuradamente cruel, y es probable que sea la deuda más importante de la modernidad para con la humanidad desde que impuso el régimen de propiedad que todavía nos rige. Ya en la Inglaterra de la revolución industrial, el insumo más barato de la industria era la mano de obra que provenía principalmente de los desalojos que en nombre de la modernidad se perpetraron en los predios señoriales en donde la gente habitaba ancestralmente sin necesidad de título alguno. Esas propiedades feudales, que no eran la panacea, sin duda, se transformaron en modernas explotaciones en donde la rigurosa registración catastral (o cerrazón del mundo), dio amparo jurídico a las inversiones tecnológicas que cambiaron la faz de la tierra, pero que tampoco fueron la panacea para los miles de desalojados que fueron impelidos a salir al mundo a buscar terruño. Esta observación está en la base de la crítica Marxista y es lo que dio origen a soluciones de tipo anticapitalistas que funcionaron de manera antagónica al llamado régimen occidental en el pasado siglo y que vieron su eclipse político en la derrota de la carrera tecnológica sobreviniente al achatamiento del interés renovador de las Élites intelectuales y al exterminio de la ilusión generalizado en los bloques del Este. Más allá de muchos logros incuestionables y yerros lamentables, de ambos lados, podríamos graficarlo groseramente, con las disculpas del caso, utilizando una usada imagen del jinete sobre el burro que con una caña enseña al animal una zanahoria, diciendo que el burro quedó sin la zanahoria, o porque nunca la pudo alcanzar o porque nunca la pudo imaginar.
Hoy por hoy , parece que las soluciones avanzan por el camino de dejar hacer a las elites en libertad y socializar parte del producido, en donde el Estado asume el rol socializante y la iniciativa privada el rol de la renovación tecnológica que permitiría a millones de personas vivir mejor. O como en el caso chino atraer a los “productores ” con su oferta de escala y ausencia de conflictos. No obstante ello, la inversión estatal en investigación es esencial en todo el orbe y la responsabilidad social empresaria no debe soslayarse, ya que la pérdida de controles de una esfera hacia la otra deviene de la necesidad coyuntural de colaboración entre ambos sectores que no estará libre de posiciones extorsivas.
En América Latina el tamaño del mal exige dejar de lado reduccionismos académicos y buscar desesperadamente una vía humanitaria.
En toda Latinoamérica hace falta inmediatamente un plan urbanizador que redireccione el uso de territorio desde lo productivo hacia lo habitacional, que ofrezca terrenos con todos los servicios necesarios, luz, agua, pavimento, gas, cloacas, arborización, que no ofrezca un producto caro totalmente terminado sino que dé una oportunidad a la capacidad antropológica de construcción y al desarrollo de saberes constructivos entre los que tendrán la responsabilidad de la manutención del inmueble.
Desde Méjico hasta Ushuahia, acuerdo mediante, cada municipio debiera articular un plan urbanizador, ofreciendo terrenos cómodos, que respeten la fronda existente o que propongan una nueva en caso de ausencia, siempre partiendo de especies autóctonas. La preocupación por “el verde” debiera ser lo primero a considerar por que ayuda a crear mejores condiciones reales de vida entre las que se encuentra la necesidad estética del individuo.
Históricamente los planes de vivienda parten de una verdadera tábula rasa, se construyen sobre un terreno arrasado que ha sido la delicia de las topadoras, la mayor parte de las veces innecesariamente, excusa de niveles mediante, el resultado final es que ofrecen casitas sin entorno, sin pavimento, sin verde, sin metros suficientes, sin cloacas, escasamente con agua y gas y cuyos moradores no están capacitados ni para la más mínima reparación o mantenimiento, no saben hacerlo.
La responsabilidad de los Estados municipales de accionar para evitar el costo exorbitante de los terrenos, no puede ser soslayada. Hoy por desgracia muchos municipios ponen trabas a nuevos loteos argumentando falta de provisión de servicios, cuándo debiera ser PRIORiTARIO para cualquier administración. Digo esto, no se puede detener la urbanización en cuanto la población siga creciendo. Por lo tanto nunca se puede detener el gasto en redes proveedoras y recolectoras. Caso contrario el caos.
La oferta privada de lotes no alcanza para las necesidades imperantes de grandes porciones de la población que terminan siendo la mano de obra de distintas organizaciones antisociables, o que permanecen en la eterna angustia de no poder, es hora de actuar. Hoy existen numerosas tecnologías que facilitan la construcción familiar en gran parte de la obra, y se puede estimular la oferta de los sectores profesionales necesarios (plomeros gasistas carpinteros) a partir de la formación educativa y de la provisión de herramientas. Sería bueno que las grandes empresas NO ACTÚEN a este nivel, ya que una compleja organización ELEVARÍA LOS COSTOS INNECESARIAMENTE, y resultaría inadecuada, desproporcionada, mejor sería que aspiraran a proyectos más complejos (calles, redes, puentes, alumbrado, escuelas, hospitales) mientras que la construcción familiar reincorporaría en la población saberes prácticos tendientes a fortalecer la autonomía y la personalidad.
Por supuesto que debe mediar una normativa muy clara y estricta para evitar dislates, tanto así como un cercano seguimiento y asesoramiento profesional. Se podrían diseñar algunos detalles comunes que hagan en su repetición una especie de “estilo pampeano?, patagónico?, cuyano?, litoraleño?, norteño?”.
Por eso es que coincido con la mirada de la presidenta sobre la problemática habitacional y la coerción de la burbuja inmobiliaria, pero no me gusta dejar hipotecado el futuro de los argentinos a manos de un banco privado que encima va a trabajar con fondos públicos. Creo que esos fondos debieran operar para la provisión de redes y la oferta de lotes obligatoria desde cada municipio, los cuales serán los obligados a devolver el crédito al ANSES, y para la provisión de microcréditos destinada a la construcción regulada por arquitectos estatales y ejecutada en gran parte por las mismas familias.
La excesiva demanda hace imperioso que esto se contagie a los países hermanos, para que no fracasen los intentos a manos de descontrolados procesos migratorios en busca de una esperanza. El marco de los acuerdos regionales es hoy muy promisorio. Manos a la obra.

Nº 46: La imagen del sacerdote en el cine contemporáneo

La imagen del sacerdote en el cine contemporáneo Del cura de pueblo, al pastor en la ciudad por Juan Orellana Fuente: Alfa & Omega- 7 de junio de 2012 Hasta los años setenta del pasado siglo, era frecuente encontrar en el cine y en la televisión de España e Italia personajes de sacerdotes rurales –el cura de pueblo– que normalmente tenían connotaciones positivas. Se trataba de hombres perfectamente integrados en la comunidad social y civil, generalmente queridos por sus paisanos, y casi siempre investidos de autoridad moral. Recordemos a personajes como Don Camilo (interpretado por Fernandel), mosén Joaquín (Anthony Quinn, en Crónica del alba), el padre Adelfio (Leopoldo Trieste, en Cinema Paradiso), el sacerdote de El árbol de los zuecos, o algunos que aparecen en películas de Garci.
El cambio social, antropológico y cultural radical que se opera en los setenta, provoca también un cambio en el rol que va a desempeñar el sacerdote en los guiones cinematográficos. Del campo se pasa a la ciudad, y desaparece ese humus social católico en el que el cura era un incuestionable referente universal. Incluso comienzan a darse de ellos retratos negativos y oscuros.
Con el cambio de siglo, se pone de moda el fenómeno Dan Brown (El código da Vinci), que influye en una serie de películas que muestran al sacerdote como un personaje medieval –en un tópico sentido oscurantista–, poseedor de saberes arcanos y poco transparentes, con un poder algo siniestro…, y a la Iglesia como un conjunto de clérigos que viven en un mundo paralelo de creencias extrañas, luchas de poder y dudosas motivaciones.
Se trata de películas más bien malas, y que no han dejado mucho rastro a su paso. Más hirientes son algunas producciones españolas que, en los últimos años, han lanzado sus dardos en cintas como Mar adentro, de Alejandro Amenábar, o Camino, de Javier Fesser. En ellas, la caricatura es más sutil, más estudiada, más dañina. Se parte de hechos o personajes reales y se manipulan hasta conseguir una figura antipática, rancia, que inspira desconfianza cuando no abierto rechazo.
Retratos positivos, pero de esquema marxista
Sin embargo, no es este tipo de diseños negativos el que predomina. Más bien, abundan los retratos de sacerdotes, que a pesar de ser parciales, son positivos. Por un lado, están las películas que subrayan el compromiso social. En Héctor, de Gracia Querejeta (2004), se nos presenta a Tomás, un sacerdote de barrio, implicado con la gente sencilla, que cuida tanto su parroquia y la liturgia, como su labor solidaria a pie de calle. La caracterización del personaje es amable, inspira bondad y confianza, pero ninguna mojigatería. Su función en la trama argumental es positiva, como factor de reconciliación entre personajes.
También en Elefante blanco, el sacerdote que encarna Ricardo Darín compagina su vida de oración y sacramentos con una intensa labor social en el mundo de la droga. Es cierto que, en ésta y otras cintas, subyace un cierto esquema marxista que contrapone a la Iglesia jerárquica –el poder– con la Iglesia del pueblo, llevando la lucha de clases al interior de la comunidad eclesial (algo de esto ya se ventilaba en los jesuitas y en el obispo de La Misión).
El perfil del sacerdote mártir
Otra tipología es la del sacerdote mártir, normalmente inspirada en hechos históricos como Popieluzsko (Rafal Wieczynski, 2009); Disparando a perros (Michael Caton-Jones, 2005); tantos personajes de El noveno día (Volker Slöndorff, 2004), o la inconmensurable De dioses y hombres. En estos personajes, se subraya el sacrificio en aras de la fe, del bien, de lo justo, el dar la vida por su gente.
Dentro del género histórico no contemporáneo, se han puesto de moda las miniseries italianas de televisión, que luego llegan a nuestras salas en versión reducida. Es el caso de la maravillosa Prefiero el paraíso, que nos cuenta la vida de san Felipe Neri, Don Bosco, o Scoto, que recrea un episodio de la vida del Beato Duns Scoto, franciscano.
Ahora se ha puesto de moda, dentro del género de terror, el tema de los exorcismos. Una metafísica de raíz pagana presenta una dialéctica Bien-Mal, casi maniquea, con un Demonio que más tiene que ver con la literatura fantástica que con una escatología cristiana. Por tanto, en muchas de estas cintas, la figura del exorcista recuerda más a las citadas películas marca Dan Brown, que a intentos más serios como el de la clásica El exorcista (William Friedkin, 1973).
Sin embargo, en las orillas de este subgénero, a veces recalan interesantes figuras de sacerdotes, como la del padre Lucas –Anthony Hopkins– en El rito (Mikael Håfström, 2011), que, con cierto revestimiento peliculero, conserva la hondura y la fe de un buen sacerdote. Por último, encontramos la figura del sacerdote como pastor de almas, como en la pequeña pero conmovedora historia de Cartas al padre Jacob (Klaus Härö, 2009), protagonizada por un pastor protestante.
Pero el ejemplo más entrañable es el del padre Esteban (Cheech Marin) de Juego perfecto (William Dear, 2009), que resucita con enorme fuerza la imagen del cura de pueblo, con la que abríamos este artículo: un sacerdote cercano a la gente, integrado en su vida cotidiana, y siempre como punto de referencia de oración, de autoridad moral, de educador, de consejero, siempre dispuesto a sacrificarse y siempre entregado al bien de los demás; una hermosa figura para guardar en la retina.

Nº 45:Darwin: Ciencia y Fe en conflicto

Fuente: observatoriobioetica.com


La lectura de la vida un científico siempre es interesante, pueden encontrarse rasgos, formas de ver las cosas, actitudes frente a lo desconocido que nos ayudan a comprender mejor la labor desarrollada en la ciencia. En el caso de Darwin este interés es aún mayor por las consecuencias que entrañan la teoría de la Evolución, enunciada en El Origen de las Especies y en El Origen del Hombre, para la comprensión de los inicios de la vida sobre el planeta y en particular la diversidad de formas vivientes (especies) y el lugar que ocupa el hombre en dicho desarrollo. La interpretación antropológica y moral que daría Darwin a su teoría, expuesta en su misma obra, muestra los momentos en los que, sin reserva, acepta la existencia de un Creador hasta la postura final, como agnóstico, de considerar al hombre como un primate con funciones más especializadas, simplemente para la conservación de su propia especie. La doble efemérides que se celebra este año de 2009, segundo centenario de su nacimiento y los ciento cincuenta años de la publicación del Origen de las Especies, nos dice que la obra publicada corresponde a la plena madurez del investigador donde el rigor y la solidez de sus observaciones se ve contrastada por un cambio en sus convicciones, debido a factores no científicos como expondremos más adelante. Cuando embarca Darwin en el Beagle, el 21 de Diciembre de 1831, cuenta con 22 años y un doble antecedente de estudios inconclusos: dos años de Medicina en Paris, residiendo en casa de su tío y futuro suegro, y tres de Teología para hacerse pastor anglicano. Para ese entonces, Darwin había sufrido una gran pena, la muerte de su madre, que tras una penosa enfermedad muere en 1817 y que por los estudios recientes de John Bowlby (psiquiatra infantil y psicoanalista) en su biografía, marca el inicio de una serie de trastornos físicos y psíquicos que estarían presentes en su vida de adulto y que el mismo Darwin registraría y describiría pormenorizadamente, acorde a su carácter de observador e investigador. Al finalizar el viaje en el Beagle en 1836, pasa dos años ordenado sus notas y reflexionando sobre la necesidad de formar una familia. Su espíritu meticuloso y pragmático lo lleva a poner por escrito las ventajas e inconvenientes del matrimonio, llegando a la conclusión de “No se puede vivir esta vida solitaria, con una vejez renqueante, sin amistad, ni calor, ni hijos, ni quien te mire a la cara, ya con arrugas.-No importa confíate a la suerte- mantente bien atento – Hay muchos esclavos felices”. En definitiva, el 29 de Enero de 1839, contrae matrimonio con Emma Wedgwood, mujer de cualidades poco comunes, es rica, sabe varios idiomas: francés, alemán e italiano, practica varios deportes, alumna de Federico Chopin y que además le dará diez hijos, para contribuir al mantenimiento de la especie. Su carácter de observador le lleva, de manera sistemática, a describir los gestos y las expresiones que ve en su primer hijo William y, por supuesto, compararlos más adelante con los de los simios, mostrando sus semejanzas. Este plácido transcurso de su vida se ve alterado por sus achaques de salud, aumentando su angustia al comprobar que son muy similares a los padecidos por su madre y culmina con la muerte de su hija Annie a la edad de diez años, lo que desencadena la incredulidad que ya venía fraguándose desde antes de casarse y que por respeto a su esposa, profunda creyente y que encontraba consuelo en su fe, no la había declarado. En 1858, Darwin recibe una comunicación dirigida por Alfred Wallace, otro naturalista, que siguiendo sus propias investigaciones llegaba a conclusiones parecidas, esto le llevó a acelerar la publicación de su trabajo, de manera que de los cinco volúmenes que pensaba escribir, solo aparece uno: El Origen de las Especies, al que se referiría el mismo Darwin como su “resumen”. Este encuentro de dos investigadores con la misma teoría, tendría dos finales distintos. Al ser expuesta la teoría de la evolución (como la bautizarían más tarde) y ver las consecuencias filosóficas y religiosas, que erróneamente, extrajeron de ella, Alfred Wallace desistió de su investigación mientras que Darwin mantuvo su postura agnóstica. De esta situación no hay mejor corolario que la carta que le escribe su esposa Emma: “Me parece también que la dirección de tu investigación te puede inducir a ver las dificultades principalmente de una parte y que no tienes nunca tiempo de pensar y estudiar los puntos oscuros de la otra parte. Pero no creo que tu consideres tus puntos de vista como definitivos. ¿Acaso no es propio de las Ciencias Naturales el no creer nada que no sea demostrable y no se estará dejando influir tu espíritu por la costumbre del pensar científico también en otras cosas que no se pueden demostrar? Yo diría incluso que es peligroso abandonar la idea de la Revelación, aunque, por otra parte, no existe, dado el temor a la ingratitud de rechazar algo que fue hecho para nuestro bien y el del mundo entero. Esto te debería hacer más prudente y llevarte a temer que tal vez no te has esforzado lo suficiente para buscar la verdad”. Darwin no guardaba las cartas, pero esta si la conservó y sobre ella escribió:”Cuando esté muerto sabrás que muchas veces besé estas palabras y lloré sobre ellas”. Como una paradoja para las ideas de Charles Darwin, sus restos descansan en la abadía de Westminster.