Nº 39: Bicentenario

El Chasqui Nº 39
Córdoba, 31 de mayo de 2010
Año del Bicentenario
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Bicentenario
por Jorge Bosco
Alcen las frentes y leven anclas pues que resta un mar de gloria por cruzar con bravura y a las anchas escribir un milenio más de historia. Cúmplase en oportuno gesto el BICENTENARIO en nuestra tierra; inflámese el pecho enhiesto y declárese al olvido la guerra. Corone de la Patria el alma   un palmo del Cielo y reine en nuestro pueblo la calma y extiéndase al infinito su suelo. Desde la tierra heroica del Norte, punta de caudillos, del pueblo lanza, hasta el Sur de bello porte que equilibra demográfica balanza;   o por el regadío cuyano al Oeste y sus Andes sublimes y gigantes, y el fresco puerto de Buenos Aires al Este y su corazón criollo aún palpitante; o en el centro –y no se note, carancho- que hablo de la llanura inmensa que adopta el color de la serranía y del rancho que me vio nacer: mi Córdoba, la Docta.
En el rostro de tus hermanos advierte con la astucia del santo, por dónde va el lucero, y habrás dado conquista a la antigua sierpe, pues serás paloma, cual Cura Brochero. ¡Qué gima el enemigo entre sollozos pues que se abre al mundo la semilla de la Patria nueva entre alborozos y somos sus hijos la gramilla!
Extender las manos al hombre y al vino, y entonar el amor al par de la guitarra, no será nunca, varones, desatino, si es para ustedes del Cielo una amarra. Carmen, el nombre latino del poema; Carmen, nombre de Virgen y de mujer. Aromen las palabras el hedor de las penas, pues que son anuncio de las obras por hacer.
No mezquinen con la boca la Verdad, que es para el abatido, consuelo, y para el ignorante es Caridad y esto para todos es tesoro del Cielo. No mezquinen con las manos la Belleza, y sea su arte la sana fruición que sabe hallar con presteza quien se abre al contrapunto de la contemplación. Ni mezquinen con el corazón la Bondad, que al amor el odio aliña, y siendo grande en propia santidad ya no será, por ti, nuestra Patria niña. Yo me voy a andar caminos, allá por donde el Cielo mande. ¡Y tú te quedas, Patria mía, con mi destino trenzado entre tu mar, tu pampa y tus Andes! Y ahora pido hermano, en mi sincero canto que abras tu cuerpo y alma hacia la Cruz; pasarán para la Patria sus siglos de alegría y de llanto, y sólo quedarán, si así lo hicieres, de Cristo la Luz.   25 de Mayo de 2010, AÑO DEL BICENTENARIO
Virgen de Luján, salvad a la Patria
Jorge Bosco Brooksville, Florida Estados Unidos

Nº 38: La teología en la Universidad

El Chasqui Nº 38
27 de mayo de 2010
Año del Bicentenario
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El papel de la teología en la universidad Verdad, razón y unidad en el amor
por el P. Ramiro Pellitero
Facultad de Teología-Universidad de Navarra
Sede de la Sabiduría
Es un hecho que la teología está presente en muchas universidades del mundo (sobre todo en Estados Unidos y Alemania). Prestigiosas facultades de teología ocupan un lugar natural en el concierto de los saberes universitarios.
Si en nuestros países latinos se planteara la presencia de la teología en las universidades públicas, no es difícil imaginar la indignación de laicistas combativos, que pondrían el “grito en el cielo”… Pero más allá de una cuestión de “corrección política”, cabe preguntarse si la teología tiene un lugar propio en la universidad, y, si es el caso, qué papel le corresponde.
Esta pregunta presupone otra: ¿No es una pretensión ilegítima, –sobre todo por parte de la Iglesia católica– el que la fe esté presente en el diálogo intercultural? ¿No pertenecen la fe y la religión al ámbito de lo no racional, de lo ajeno a la cultura, al mundo de las emociones y sentimientos, que deben quedarse en la esfera de lo privado, dentro de la conciencia de cada uno, y que sólo podrían manifestarse en los templos?
En junio de 2007 Benedicto XVI se dirigió a los participantes en el Primer Encuentro de Profesores y Rectores de de las Universidades Europeas, reunidos bajo el tema “Un nuevo humanismo para Europa. El papel de las Universidades”. En esa ocasión llamó la atención sobre tres cuestiones interrelacionadas.
En primer lugar recordó que “históricamente, el humanismo se desarrolló en Europa gracias a la interacción fecunda entre las diversas culturas de sus pueblos y la fe cristiana”. Hoy Europa se sitúa ante la crisis de la modernidad. Una crisis que tiene que ver no tanto con la preocupación sobre el hombre y sus anhelos, sino más bien con un humanismo paradójicamente cerrado a la verdad más plena y profunda sobre el hombre, que consiste en su apertura a la trascendencia, su apertura a Dios.
La segunda cuestión que planteó el Papa fue la necesidad de ampliar nuestra idea de racionalidad. Si la razón se limita a la “dimensión meramente empírica” de la realidad (es decir a lo que se ve y se toca, se pesa y se mide), entonces el resultado es irracional, puesto que la razón de por sí está abierta también a otras dimensiones de la realidad, como son, sobre todo, la verdad y el amor.
A este propósito se preguntó, en tercer lugar, por la aportación del cristianismo al humanismo del futuro. Para denominar el horizonte que el cristianismo plantea, empleó la expresión “civilización del amor”. “Los profesores universitarios, en particular –señaló– están llamados a encarnar la virtud de la caridad intelectual, redescubriendo su primordial vocación a formar las generaciones futuras no sólo mediante la enseñanza, sino también a través del testimonio profético de la propia vida”. A esta vocación del profesor universitario corresponde la vocación de la universidad misma, que, como indica su nombre, debe buscar la unidad y la comunicación entre las diversas disciplinas, sin ceder a la fragmentación propia de las especializaciones. Según el Papa, esto pertenece a la identidad cultural de Europa, y por tanto a su contribución en el diálogo con otras culturas.
Concluía Benedicto XVI que la metodología interdisciplinar en la universidad –que el proceso de Bolonia quiere impulsar– se enriquecerá si cuenta con la colaboración de los teólogos, de modo que la luz del Evangelio pueda esclarecer la cultura contemporánea.
Todo ello implica la pregunta por la teología misma, su naturaleza y su método. La teología parte del mundo creado y la vida cristiana. Su objetivo es comprender mejor a Dios para vivir una vida más plena. Decía Benedicto XVI en marzo de 2007 a una delegación de los teólogos de Tubinga que la teología plantea en la universidad la cuestión de la verdad y su sentido para las personas. Plantea las preguntas radicales para la vida del hombre que las ciencias, por su propio método, no pueden resolver. Y, poniéndose a la escucha de la fe cristiana, hace posible la respuesta de la fe en el mundo de hoy.
La teología no ha de ofrecer, pues, una reflexión puramente académica, sino que al modo de los Padres de la Iglesia, ha de ser una expresión de la vida cristiana que facilite un marco de referencia para la pedagogía de la fe y el apostolado. Hoy es necesario aprender, por ejemplo, de San Juan Crisóstomo. Como observaba Benedicto XVI en septiembre de 2007, el Crisóstomo supo poner de relieve la dimensión pastoral de la teología; es decir, “la coherencia entre el pensamiento expresado por la palabra y la vivencia existencial”.
De esta manera –como sugirió más adelante al presentar la teología del Pseudo- Dionisio Areopagita (14-V-2008)– la luz de la verdad y del amor puede iluminar la razón para que descubra la belleza de Dios. La teología auténtica es ciencia y “sabiduría de la cruz”, conocimiento y, más aún, participación del Amor que transforma el mundo. Por eso el modelo de toda teología es la “ciencia de los santos” (Audiencia General 21-X-2009). También por eso, los verdaderos teólogos son los que, haciéndose pequeños ante Dios, permiten que Él les toque en el corazón y en la existencia (cf. homilía a la Comisión teológica internacional, 3-XII-2009). Tal es, en efecto, el horizonte de la teología que hoy –y siempre– puede iluminar la cultura contemporánea y servir a la universidad.

Nº 37: Historia de la canción aurora

El Chasqui Nº 37 Córdoba, 22 de mayo de 2010 Año del Bicentenario _____________________ Sobre cómo una ópera italiana se volvió en “Saludo a la Bandera” Fuente: Revista del Teatro Colón de Buenos Aires
La ópera “Aurora” fue encargada a Héctor Panizza por el gobierno argentino en 1906. Inspirada en un trágico hecho de la historia local –narrado en un relato de Héctor Cipriano Quesada y Luigi Illica- fue compuesta por el autor en su departamento de Milán y lleva el nombre de la protagonista femenina, quien simboliza el nacimiento de la Nación Argentina. La ópera está fuertemente influenciada por la cultura italiana, por cuanto Panizza -hijo de italianos- concurrió al Real Conservatorio de Milán (que hoy lleva el nombre de Giuseppe Verdi), y además porque Illica, uno de los autores del texto, fue un reconocido libretista de Giacomo Puccini. La parte instrumental fue completada en Londres, pero, en ocasión del debut, los cantantes fueron italianos, Cesare Assanti, Amedeo Bassi, Giuseppe La Puma y Titta Ruffo, quienes llegaron a la Argentina desde Génova. “Aurora” fue representada por primera vez el 5 de septiembre de 1908 en el Teatro Colón de Buenos Aires, inaugurado ese mismo año. En aquel histórico momento, mientras se alzaba el telón, en un profundo clima emotivo, todos los presentes escucharon la voz del tenor Amedeo Bassi, quien moduló el aria en italiano: Alta pel cielo, un’aquila guerriera, ardita s’erge in volo trionfale. Ha un’ala azzurra, del color del mare, ha un’ala azzurra, del color del cielo. Così nell’alta aurora irradiale, il rostro d’or punta di freccia appare, porpora il teso collo e forma stelo, l’ali son drappo e l’aquila è bandiera. È la bandiera del Paese mio, nata dal sole; e ce l’ha data Iddio! El público quedó tan impresionado con el coro –la que luego sería la canción "Saludo a la Bandera"- que pidió al tenor que repitiera el aria, un hecho pocas veces visto en el siglo de vida del Teatro Colón. El melodrama se desarrolla en la ciudad de Córdoba, en el interior de la Argentina, en mayo de 1810. A un convento de la Compañía de Jesús llega un cesto de flores que un fiel devoto envía a la Virgen de los Dolores. En el cesto hay también un mensaje clandestino, enviado desde Buenos Aires: “Muchachos: saluden a la Aurora! Ella brilla triunfal en el límpido cielo de la Patria! Empieza la lucha por la Independencia!”
Un joven patriota, Mariano, estudiante del seminario, se enamora de Aurora, la hija de un jefe del ejército realista. Es tomado preso y sometido a un consejo de guerra que lo condena a muerte por traición. Los amantes consiguen escapar, pero la historia termina trágicamente al clarear el día, cuando Aurora cae herida mortalmente por el fuego de las armas de las tropas de su padre.
Antes de morir en brazos de su amado dice:
“Mirad, es la aurora. Dios la escribe en el cielo con el sol y en la tierra con su sangre”. Y Mariano responde: “Te amaré por toda la eternidad, porque el cielo es Aurora, y es Aurora de la Patria!”.
Héctor Panizza (1875-1967)
Si bien se notan algunos errores históricos,-los jesuitas fueron expulsados antes de 1810 y la bandera no fue creada hasta 1812- permanece de todas maneras el gran valor artístico de la ópera, al cual se agrega la dimensión afectiva y el profundo significado cultural que la han convertido en patrimonio de la argentinidad. “Aurora” fue representada en numerosas temporadas, siempre con gran éxito, pero su definitiva consagración popular se produjo con la traducción al español, a 35 años de su estreno. Y ello no obstante las dificultades encontradas para conservar la métrica y la melodía del aria, de cuyos arreglos se ocuparon Angelo Pettita (un italiano con muy buen conocimiento del idioma español) y José Quesada (hijo de uno de los autores). La nueva versión fue presentada en la noche de gala del 9 de julio de 1945, en un sugestivo marco de público y con la presencia de las máximas autoridades argentinas de entonces, el presidente Edelmiro J. Farrel y el vicepresidente, coronel Juan Domingo Perón. Desde entonces y mediante un decreto gubernamental, se estableció que el aria de “Aurora”, con el nombre de “Saludo a la Bandera”, convirtiese en canción a la bandera y fuese de interpretación obligatoria en los actos oficiales y en todas las escuelas al momento de izarse la misma. No obstante la denominación oficial de “Saludo a la Bandera” es conocida por todos como “Aurora”, la canción que millones de niños y muchachos entonan y entonaron cada mañana en las escuelas. También los adultos conservan entre sus más bellos recuerdos aquellos versos inolvidables que dicen: Alta en el cielo un aguila guerrera, audaz se eleva en vuelo triunfal. Azul un ala, del color del cielo, azul un ala, del color del mar. Así en el alta aurora irradial, punta de flecha el áureo rostro imita, y forma estela al purpurado cuello. El ala es paño, el águila es bandera. Es la bandera de la Patria mía, del sol nacida, que me ha dado Dios. El éxito de las representaciones de “Aurora” no reconoce épocas. Desde 1999, el tenor argentino Darío Volonté ofrece su voz para interpretar a Mariano. El 2 de abril de 2002, en ocasión de la conmemoración por los combatientes de las Islas Malvinas –cuando el Colón alzó el telón para honrar a los caídos-, en un clima de gran emoción y participación popular Volonté cerró aquella memorable noche en su doble condición de tenor y sobreviviente del hundimiento del crucero “General Belgrano”.