N° 68: Carta manuscrita del Papa Francisco

con motivo del 45° aniversario de la primera marcha de las Madres de Plaza de Mayo





Vaticano, 30 de abril de 2022

Sra. Hebe de Bonafini

Buenos Aires

 

Querida Hebe,

 

Muchas gracias por tu mensaje y por el libro que me enviaste. Lo leí detenidamente y es admirable la trayectoria que las Madres de Plaza de Mayo, con permanencia, han llevado adelante durante estos 45 años.

Ustedes son protagonistas de esta historia de dolor con la búsqueda de sus hijos desaparecidos. Son madres de la memoria.

Rezo por ustedes y por favor no se olviden de rezar por mí.

Que Jesús las bendiga y la Virgen Santa las cuide.

Fraternalmente,

Francisco





Nota del administrador del blog a los desmemoriados: Hebe de Bonafini es la misma Hebe que en enero de 2008, luego de una marcha de protesta en Plaza de Mayo, dijo: "Nos clausuraron los baños de la Catedral y tuvimos que improvisar uno, detrás del altar".

 

N° 67: El cisma que nadie declarará

 

Por Carlos Esteban

Fuente: Infocatólica-30 abril de 2022

Cardenal Marx celebrando una "Misa queer"



Cuando, a principios de semana, Rusia anunció su intención de declararle la guerra a Ucrania, más de un lector de la noticia se asombraría de su enunciado: llevamos ya más de un mes de guerra, las tropas rusas han invadido territorio ucraniano, ¿cómo se va a declarar la guerra ahora? La respuesta, sin embargo, es sencilla: ya no se declaran las guerras. Sencillamente, se ataca.

Y quizá esa huida de declaraciones oficiales y solemnes podría explicar por qué se lleva tanto tiempo esperando en el seno de la Iglesia un cisma que no acaba de producirse, no importa lo lejos que lleguen en sus pronunciamientos cismáticos unos y otros. Y es que, sencillamente, nadie está por la labor de declararlo.

Naturalmente, eso no significa que no vaya a producirse, sino que, en la práctica, ya estamos viviendo en él, conviviendo con él y, casi diría, aclimatados a él. Cualquiera de nosotros, cristianos corrientes, sabe que basta pasar de una parroquia a otra -no digamos, de una diócesis a otra- para oír mensajes e interpretaciones de la doctrina totalmente incompatibles, que dibujan dos modalidades de cristianismo no solo distintas, sino que hacen que, si uno es cierto, el otro no pueda serlo.

Durante el triunfo político, por así decir, de la herejía arriana, era común que la misma diócesis de la disputaran dos obispos, uno católico y otro arriano, y otro tanto pasase en las parroquias. No es el caso ahora. Ahora una misma parroquia podrá dar o no un mensaje ortodoxo dependiendo del párroco, o del obispo. Pero la estructura no se toca, sigue intacta y nadie la discute.

En ese sentido, hablar de cisma se hace innecesario. Los arzobispos Hollerich o Marx pueden hablar abiertamente de reconocer como lícitas las relaciones homosexuales y no hay una respuesta fulminante de Roma; pero quienes les atacan por decir algo tan evidentemente contrario a la doctrina perenne de la Iglesia tampoco son silenciados ni retirados de sus cátedras. Ambas partes coexisten en una misma estructura formal, como el trigo y la cizaña en el campo de la parábola.