Nº 20: El esperpento nacionalista

Por José Antonio Méndez 
Fuente: Alfa & Omega 

Colegios que obligan a hablar catalán a los padres; muñecas criticadas por no hablar gallego; bibliobuses vascos que promocionan el castellano entre saharauis. Si no fuese porque, en el día a día, se producen casos dramáticos, las iniciativas nacionalistas que promueven ciertos Gobiernos autonómicos inducirían a la carcajada. Los despropósitos independentistas, además de ilegales, rozan el ridículo, en su empeño por excluir el castellano. Si viviese, quizá Valle-Inclán cambiaría su definición de esperpento, y diría que, no los héroes clásicos, no, sino los derechos constitucionales «se han ido a pasear por el callejón del gato» (rincón madrileño conocido por sus espejos cóncavos y convexos que deforman las figuras). 

Al menos, en determinadas regiones de España. Porque, en su afán por excluir lo español, las iniciativas nacionalistas rozan el absurdo. Incluso, hasta provocar hilaridad y estupor. Si no fuese porque miles de personas padecen en primera persona la exclusión y el menosprecio por no comulgar con las ruedas de molino independentista, algunas de las iniciativas que señalamos bien pudieran formar parte de un guión cómico de teatro. A finales de septiembre se presentó un bibliobús encargado de llevar 1.000 libros en castellano a los campamentos de refugiados saharauis de Tinduf. 

Esta promoción de nuestra lengua no está financiada por el Instituto Cervantes, sino por el Gobierno vasco. Sin embargo, si un avezado niño saharaui que destaque en el domino del castellano quiere ampliar sus estudios en Vascongadas, se encontrará con que el Ejecutivo del PNV cercena el modelo A, que permite estudiar en español: aunque la ley exige que, si hay demanda, el colegio debe ofertarlo, más de 3.000 padres denunciaron ante el Defensor del Pueblo que las escuelas vascas les negaban esta opción. 

Catalán en los recreos mallorquines 
 Claro que, si la familia del pequeño saharaui decide instalarse en Baleares, no lo va a tener más fácil. A los fanáticos del nacionalismo catalanista no les basta con que los alumnos sólo puedan ser escolarizados en catalán, ni que sean ridiculizados por los profesores, si hablan castellano. En un centro público de Palma, el director obliga a los menores a que, en el recreo, sólo hablen catalán. Y en otros, la inmersión lingüística salpica ¡a los padres! O se dirigen en catalán a los profesores, o no les atienden. Los problemas de la inmersión lingüística no sólo saltan en el espacio, de una Comunidad a otra, sino también en el tiempo. Y si no, que se lo pregunten al filósofo griego Platón, que en Galicia se estudia en gallego. Lo curioso es que, en lugar de traducir los conceptos platónicos desde su raíz griega, se traducen de la versión castellana. 

Así, el filósofo no habló de ontología, sino de ontoloxía. Además, los ríos no tienen cuencas, sino cuncas. Las faltas de ortografía son de antología (o antoloxía) también en Cataluña: los países no están desarrollados ni desenvolupats, sino desenvolupados; una lei de la física aborda el fregamento, no el rozamiento o fregament …Y así, hasta el esperpent . Para los nacionalistas, ya ni las muñecas son lo que eran … La Xunta presidida por el PSG y el BNG acusó a los jugueteros de excesiva rigidez, porque los juguetes sólo falan castellano.«¿Por qué las muñecas no pueden hablar gallego. ¿Es que Peter Pan nació en Alcorcón o Bambi se crió en Almería?», preguntó el diputado nacionalista Bieito Lobeira. Lo mismo la Mariquita Pérez tiene que llamarse Marusiña; o le obligan a firmar un «contrato de fidelidad con la lengua » como los que –y esto no es un juego – se proponen a los alumnos de las galescola, a quienes se animan a rebautizar sus nombres españoles por su versión galaica

  Entradas de cine a 85 euros 
En su promoción del cine en catalán, la Generalitat financia películas que sólo el 0,8 % de espectadores de Cataluña fueron a ver en 2007. Y claro, con tan poca taquilla, al Govern le cuesta 85 euros cada entrada. No sabemos si las productoras harán un descuento al tripartito cuando den las subvenciones en el día del espectador, pero es casi seguro que la factura estará en lengua cooficial, como ocurre en Galicia y Mallorca con los recibos de la luz, el gas y el teléfono, e incluso con los billetes de tren, autobús y avión, o los menús de los restaurantes. 

  De menús, médicos y lápidas 
 Para terminar, un acertijo: un independentista gallego que tiene una rara enfermedad se atraganta, del disgusto, al recordar la polémica de los nacionalistas mallorquines con Air-Berlín, mientras come en un restaurante del País Vasco. Le llevan a un centro médico–donde falta personal, porque 4.000 sanitarios han sido liberados en los últimos años para estudiar euskera-Le atiende un facultativo que no tiene preparación para reconocer su enfermedad (en el País Vasco, hablar vascuence cuenta entre 16 y 24 puntos para lograr una plaza, mientras un máster, 1,5) y no consigue descifrar su historial médico, íntegramente en gallego. Además, su tarjeta sanitaria está en catalán, porque acaba de fijar su residencia en Palma, y abarca sólo territorio balear. El caos agrava la crisis del paciente y, por desgracia, fallece. La pregunta es: ¿sería mejor poner el epitafio de su lápida en gallego, en vascuence, en catalán, o en esperanto con caracteres cirílicos?

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