N° 53: Quiero recibir a Jesús

Fuente: EWTN Noticias
16/8/2013


Un conmovedor momento vivió la familia Carinbridge  de Wisconsin, Estados Unidos, cuando Louis, uno de sus menores hijos que está gravemente enfermo, lloró porque no podía realizar su sincero deseo de recibir a Jesús en la Eucaristía, siendo consolado por el Cardenal Raymond Burke, Prefecto del Tribunal Supremo de la Signatura Apostólica.

La familia Carinbridge había asistido el pasado domingo 4 de agosto a la Iglesia del Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe en La Crosse, Wisconsin, para la celebración del sacramento de la Primera Comunión de su hijo mayor y del Bautizo de su hijo menor de casi dos meses de nacido.

El Cardenal al ver llorar a Louis preguntó a los padres el motivo del llanto a lo que estos le explicaron sobre el profundo deseo del niño de recibir el Cuerpo de Cristo y que aún no podía hacerlo.

Louis entristecido y avergonzado que se hiciera público su deseo, se acercó entre lágrimas al Purpurado y se refugió en su casulla, a lo que este le dijo amorosamente “No te preocupes, tu Primera Comunión también llegará pronto".

El pequeño Louis tiene una rara enfermedad genética que sólo algunos cientos de personas en el mundo la padecen, se llama síndrome Cinca (acrónimo de Crónico, Infantil, Neurológico, Cutáneo y Articular).

Este padecimiento que también se le conoce como enfermedad neonatal inflamatoria multisistémica inicial (Nomid por sus siglas en inglés), le causa a Louis disminución de la visión y la audición, y le produce diariamente dolores de cabeza, inflamaciones articulares dolorosas fiebres y vómitos que para ser controlados el pequeño debe recibir inyecciones.

Los padres del pequeño confían en la intercesión del Beato Juan Pablo II, para que Louis se cure de esta poco común y dolorosa enfermedad. 

N° 52: 12 de Agosto

por Antonio Caponnetto



Hoy la ciudad acampa en su ribera,
el viento del sudeste empuja al río,
trazando orillas que no son de agua.

Albión está encallada en un estuario
que la cartografía de los mares
da por perdido al sur, ignoto y frío.

Sopla el invierno su canción helada,
rastro del mediodía, racha dura,
aire que no perdona al forastero.

Hoy es el día en la ciudad signada.

Bofarrul arengaba a los Miñones,
Juan Gutiérrez plegaba su velamen,
el polvorín de Alzaga está inquieto
y las anclas del bárbaro navío
yacen hundidas en la tierra infértil.

Los riachos del Tigre o San Isidro,
la Chacarita de los Colegiales,
o en Luján, los Corrales o en Olivos,
donde pasa Liniers todos lo aclaman

El ultimátum ya arribó hasta el Fuerte,
la mirada de Beresford se apaga:
“¿Cómo han llegado allí, de las orillas,
armados de trabucos antañones?
¿Quiénes son estos hombres de a caballo,
de a pie, de a puño limpio,o poncho al brazo?
¿De qué cuartel salen mujeres, chicos,
viejos, caudillos,veteranos, frailes,
en qué Academia las terrazas lanzan
aceite hirviendo, piedras o guijarros?
¿Qué táctica es aquella de facones,
de relinchos,caronas y cabestros?
¿Cuándo enseñó el Liceo entre sus aulas
que una reja es puñal o carabina,
cuándo se vio el repique de badajos
animando el coraje de plegarias?”

A bayoneta y paso de carrera
otra vez Bofarrul se abre camino
entre dos centenares de invasores.
Y Liniers en vanguardia, sable enhiesto,
en las calles, la plaza, la recova,
en el pórtico antiguo del santuario,
multiplicando esfuerzos y victorias.
Tres balas condecoran su uniforme,
él escucha un clamor: “¡avance, avance!”
Su nombre y su destino eran Santiago.

Las murallas del Fuerte por asalto,
el puente levadizo que se tumba,
el mástil rojo y gualda, nuevamente,
desfila la derrota, silenciosa.

Hoy es el día en la ciudad signada,
un día medieval, templario, andante.
Santa María de la Reconquista
se llama desde entonces Buenos Aires.