Nº 29: Mi postura frente al Papa

por Daniel Omar González Céspedes

Desde que S.S. Benedicto XVI decidiera levantar las excomuniones a los cuatro obispos consagrados por S.E.R. Mons. Marcel Lefebvre, en 1988, y saliera a la luz la entrevista hecha a Mons. Richard Williamson he leído y escuchado sobre lo que tendría que haber hecho o dicho el Papa. Incluso cartas publicadas en distintos medios que fueron enviadas al Pontífice. Reconozco no tener ningún mérito especial; con humildad admito mi ignorancia. El único que tengo -y que me basta y sobra- es el del de ser hijo de la Santa Madre Iglesia. 

 Consultado sobre “mi postura” sobre los distintos debates o controversias que se han suscitado entre distintas personas conocidas y sabiendo que muchos -incluso amigos y maestros- no me comprenderían, guardé silencio; pero sé con la gran “Monja andariega y abadesa andante”, Santa Teresa de Jesús, que “Es preferible la Verdad en soledad al error en compañía”. Y, además, ¡terminemos de hacerle el caldo gordo al coludo! El problema no está en ser negacionista o anti negacionista. El problema no radica en la cuestión judía. El problema radica en la actitud o postura frente al Romano Pontífice de parte de los católicos.

Por eso, digo: ¿Quiénes son esos que se “dignan” cuestionar o criticar al “Dulce Cristo en la Tierra”? ¿En qué momento Nuestro Señor Jesucristo les concedió tal “gracia de estado”? Es cierto que el Papa no habla siempre ex-cátedra y puede equivocarse; pero no menos cierto es que tiene la asistencia diaria del Espíritu Santo (Él sí tiene la gracia de estado). También tiene “la ciencia de las aplicaciones y oportunidades”. Quien haya hecho alguna vez los Ejercicios Espirituales según el método de San Ignacio de Loyola recordará la Regla Nº 13 para sentir con la Iglesia: “Debemos siempre tener para en todo acertar, que lo blanco que yo veo, creer que es negro, si la Iglesia hierárchica assí lo determina, creyendo que entre Christo nuestro Señor, Esposo, y la Iglesia su Esposa, es el mismo spíritu que nos gobierna y rige para la salud de nuestras ánimas, porque por el mismo Spíritu y Señor nuestro, que dio los diez Mandamientos, es regida y gobernada nuestra sancta Madre Iglesia”( Nº365) 

 Y la regla Nº 10 nos dice: “Debemos ser más promptos para abonar y alabar assí constituciones, comendaciones como costumbres de nuestros mayores; porque dado que algunas no sean o no fuesen tales, hablar contra ellas, quier predicando en público, quier platicando delante del pueblo menudo, engendrarían más murmuración y escándalo que provecho, y assí se indignarían el pueblo contra sus mayores, quier temporales, quier spirituales. De manera que assí como hace daño el hablar mal en absencia de los mayores a la gente menuda, assí puede hacer provecho hablar mal de las malas costumbres a las mismas personas que pueden remediarlas” (Nº 362). 

 Dicho de otra manera: ¡NO SEÑALEMOS JAMÁS LA FALTA EN PÚBLICO! Aquí cobran sentido las palabras de San Pío X y a las cuales adhiero con voluntad e inteligencia: “Prefiero equivocarme con el Papa que tener razón sin él”. Repito, ¡no le hagamos el caldo gordo al coludo! Seamos humildes para así enrostrarle en la jeta al coludo, con el Venerable José Gabriel del Rosario Brochero, “¡Te fregaste, diablo!”. (En Mendoza, Domingo 12 de Abril de 2009. Pascuas de Resurrección)


El Chasqui
Córdoba, 19 de abril de 2009

Nº 28: Desatino

por el Dr. Jorge Lobo Aragón 

Que la guerra “fue un desatino” decía el general Martín Balza, ex - jefe del Ejército, refiriéndose a la recuperación de las Malvinas que ordenara en 1982 el general Galtieri. Tiene toda la razón. “Fue un desatino’, como son desatinos todas las guerras que en el mundo han sido”
Siendo que el tino es moderación, juicio, cordura, llegar a emplear la violencia es, por definición, un desatino. Y precisamente por eso, por ir en contra de aquellos principios por los que el hombre siente un innato apego, es que valoramos a los que hacen el supremo sacrificio personal de exponer sus propias vidas y las vidas de sus enemigos por una causa superior.

El artículo 21 de la Constitución dice que “todo ciudadano argentino está obligado a armarse en defensa de la patria...”, y se supone que armarse no significa esgrimir armas de juguete para realizar un desfile sino empuñar armas de verdad para realizar el supremo desatino, la magnífica locura, de exponer la vida por un bien superior que nos envuelve a todos. El general Balza, que ha jurado cumplir la Constitución, debiera tenerlo en cuenta. La Constitución no es sólo para marcar cuántos años han de actuar las autoridades, sino también -por lo menos lo propone- para “asegurar los beneficios de la libertad para nosotros, para nuestra posteridad’, libertad que se necesita defender para que sus beneficios sean seguros.

Es evidente que Galtieri se equivocó. Fue imprudente. Fracasó como técnico del combate, que debe conocer las condiciones, las tropas, los pertrechos, el terreno, las reservas; la oportunidad Cuando se toma la excelsa decisión de cometer el supremo desatino, debe buscarse el asesoramiento de gente idónea que enseñe cómo llegar al único objetivo válido: la victoria, ya que emprender una guerra para no ganarla se parece demasiado al suicidio. Galtieri falló como técnico, como dictador; como soldado. pero no puede negársele a él -ni a ningún otro argentino- que se persiga todos los medios idóneos correspondientes para alcanzar un objetivo que es común en todos los argentinos y que nos pertenece ¿No alcanza un siglo y medio para darse cuenta de que nuestra generación y la futura deben comprender cual es el camino eficaz? Y el objeto, que la hermanita perdida vuelva a casa, ¿no es el mayor logro al que puedan aspirar los que tienen a su cargo la defensa de la nación?

Con sus declaraciones Balza ha puesto en claro la actitud que asumen nuestras fuerzas armadas en la actualidad. Pueden actuar -muy prudentemente- en los Balcanes, en la Cochinchina o en cualquier parte del mundo en que nuestros acreedores precisen su presencia. ¿Haciendo lo que hicieron nuestros héroes en defensa de la patria, como lo establece la Constitución? No, eso no. Sería un desatino. Él lo dice.

El Chasqui 
Córdoba, 2 de abril de 2009